El enigma de Wiranto

El general Wiranto es una figura enigmática. Ayer mismo, los pocos que tienen acceso oficioso a él se encontraban con que tenía el móvil desconectado. Es el hombre fuerte del Gobierno y fue su mano la que en mayo del año pasado índicó el camino de la salida al presidente Suharto. Era el general favorito del dimisionario y, en la hora de la despedida, el militar le devolvió los favores: garantizó públicamente a Suharto que velaría por su seguridad y la de su familia. Wiranto, de 52 años, nunca ha sido un general de campaña. Su carrera ha llegado a la cúspide castrense en los despachos de Estado Mayor y siempre ha tenido extremo cuidado en no mancharse con las guerras sucias del régimen, al contrario que el general Prabowo, yerno de Suharto y rival en la carrera de Wiranto, que chapoteó en sangre en Timor Oriental.

El ministro de Defensa y jefe de las Fuerzas Armadas es el único apoyo, ¿o es dogal?, del presidente Yusuf Habibie y como él ha prometido que Indonesia cumplirá lo pactado en Timor Oriental. A pesar de las apariencias, los más maquiávelicos piensan que todo es una fachada -"al Ejército le trae sin cuidado lo que diga la comunidad internacional", en palabras de n embajador- y que Wiranto, sin estar detrás de lo que ocurre en Timor, está utilizando la crisis para poner firmemente bajo control a un Ejército al que dividió su apoyo a los planes reformistas de Habibie, que recortan el poder político y económico de los militares.