La chica por dentro

Joyce y Proust -que no se gustaban entre sí- inauguraron la novela interior, la ruptura con la narración clásica de hechos externos: el monólogo de lo pensado. Ulises, de Joyce, es un modelo inagotable. Dentro de él hay otros fragmentos mentales. Bloom regresa a casa, queda dormido; pero ella, Molly, está en un duermevela que favorece el recuerdo íntimo que fluye. Es el final de la novela: muchas veces se ha separado esta pieza y se ha convertido en monólogo de actriz. Es, por lo tanto, el sueño de las actrices intelectuales.En este caso, Maite Aguirre, que se dirige a sí misma y produce el espectáculo. Y la versión, a la que ha añadido algo de música que desea ser onírica. Podía no ser necesaria ante la entidad del texto, que a veces se oscurece por esto. Tiene la actriz una bella voz, que sólo modula en dos tonos, uno de ellos más grave, lo que termina por producir un cansancio auditivo. A cambio, su dicción es clara, y su actitud, elegante.

En el patio de El Canto de la Cabra se pasa a gusto el corto tiempo del monólogo que forma parte de la historia de la literatura y de la psicología contemporáneas.