Ni entiendo ni soporto

Con un esfuerzo de comprensión, uno puede enteder las dificultades que los medios de comunicación tienen para rellenar un mínimo de espacio en un periodo, el veraniego, en el que se decreta la vacación en las redacciones y la reducción en la producción de noticias. Lo cual no quiere decir que disminuya la existencia de hechos noticiables, pues sospechamos que los agentes implicados en los muchos conflictos del mundo no disfrutan de las mismas vacaciones que nuestra clase política, editores, redactores y, por vía impuesta, lectores en general. Con el mismo esfuerzo comprensivo, uno puede incluso entender que la desaparición del hijo de un archiconocido presidente norteamericano sea considerada noticia, y cubierta en consecuencia. Como dócil provincia del imperio, tenemos el mismo derecho que los ciudadanos de California a conocer con detalle la vida y obra del personaje, habiendo, como hay, no pocos jóvenes españoles que, vía cine, conocen mejor los nombres de los presidentes norteamericanos de este siglo que la breve lista de presidentes de Gobierno españoles desde la restauración democrática (prueben a preguntar, pues muchos no recuerdan ni conocen a Calvo Sotelo).Pero, a pesar de tantas concesiones, uno no puede entender ni soportar que una noticia como la mencionada, que merecería su lugar en la sección de Gente o Vida Social, según el medio, y una atención mucho menor de la recibida, lleve a los informativos televisivos a dedicar la mitad de

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sus ya menguados programas a tal asunto, a desplazar a sus corresponsales a la casa familiar del desaparecido ("a la espera de novedades"), o a que un diario del prestigio de EL PAÍS convierta el suceso en noticia del día, le dedique la mayor parte de su portada (fotografía incluida) y dos páginas completas ¡de la sección de Internacional! Alguien, en su periódico, debería explicar tal despropósito.-