Rentabilidad creativa

Empresa privada, autogestionada y autosuficiente. Éstas son las palabras claves con que los promotores de Katanga quieren demostrar que la Cultura con mayúscula también puede sobrevivir al margen de subvenciones, que siempre implican cierto dirigismo. Actualmente, la empresa se mantiene con los rendimientos del estudio de grabación y las cuotas que pagan los grupos por utilizar los locales de ensayo. Otros "activos" están por el momento en fase de proyecto. En este apartado se cuenta el alquiler de una de las salas a profesionales relacionados con el sector siempre que compartan la filosofía de la Factoría. Katanga se muestra también abierta al patrocinio de actividades por parte de empresas privadas "como pueden ser marcas de instrumentos o refrescos". El carácter privado de la iniciativa no implica, sin embargo, una renuncia total al apoyo público. En este sentido, Katanga espera contar con subvenciones para la puesta en marcha de la Escuela de Música Moderna, "en atención a su aspecto formativo". El siguiente paso será la creación de la Escuela de Música Moderna. Al igual que el estudio y los locales, las cinco aulas se benefician de la insonorización natural del edificio, aislado durante su construcción para mantener el frío, ya que "los principios del aislamiento térmico son los mismos que los del acústico". Con esta iniciativa, Katanga pretende ser una alternativa a las academias tradicionales, "a la escuela reglada y la de folklore". Vitoria cuenta con cerca de 120 grupos de rock, cifra que explica que los 20 módulos de ensayo de la Factoría hayan estado ocupados casi desde su apertura. Por un precio que ronda las 20.000 pesetas, los músicos pueden utilizar de modo exclusivo un local insonorizado desde las diez de la mañana hasta la una de la madrugada "e incluso durante la noche si es imprescindible y piden permiso".