Las entradas de Moros y Cristianos logran la mayor participación de su historia

Los Moros y Cristianos de Alcoy dieron ayer rienda suelta a su imaginación para escenificar la que fuera entrada de sus respectivas tropas en la ciudad en 1276. La cifra de festers, figurantes y músicos que dieron vida y colorido a los desfiles se disparó este año a más de 9.000 personas, la mayor participación que se recuerda. El desfile de la mañana mantuvo al público expectante durante algo más de cuatro horas. Los moros, más parsimoniosos y suntuosos, superaron a los cristianos pero fueron escrupulosos con el horario. La alta participación en las entradas, sobre todo ante la incorporación masiva de mujeres en los boatos, fue el comentario más escuchado entre festers y espectadores. Estos últimos rondaron las 40.000 personas. El tiempo casi estival acompañó el desarrollo de los dos desfiles. Durante el cortejo, el respeto escrupuloso por la tradición chocó con la realidad física de las calles. La filà Maseros se vio obligada a retirar la carroza principal de su boato por sus grandes dimensiones. La plataforma que debió haber transportado al capitán cristiano Alfonso Torres imitaba la que fuera la puerta de entrada de la antigua villa de Alcoy. A continuación todo transcurrió según el guión y las 28 filaes cristianas desfilaron hasta el mediodía sin cortes. Por la tarde, el capitán moro, José Figuerola, marchó con escrupulosa puntualidad arropado de un multitudinario boato. La filà Benimerines del capitán mostró un séquito que trató de guardar la mayor similitud posible con los moros que lucharon a principios del siglo XIII a las órdenes del caudillo Al Azraq. No faltó la escenificación del desierto del Teneré a cargo de un grupo de bailarinas dirigidas por Inma Cortés que se movían simbolizando la arena, el agua y la naturaleza con los colores ocre, azul y verde. Hasta unas 5.000 personas completaron el segundo desfile que dejó la ciudad en manos de los moros.