El Celta imparte lecciones en Rumania

Un marcador demasiado raquítico para un fútbol que en ocasiones rozó la perfección. El Celta impartió en Rumania una lección de cómo debe jugarse una eliminatoria europea ante un adversario ciertamente inferior, aunque con algunas armas para aprovechar cualquier despiste. Sinun asomo de flaqueza, el Celta llevó el partido a la parcela rival y allí se pasó toda la tarde: tuya-mía, cambio de juego, pared, internada por la banda, centro atrás... Todo según el más exquisito gusto académico, excepto el remate a puerta. Sin esa flojera ante el marco, el Celta hubiese alcanzado un marcador tan escandaloso como fiel a su pletórica actuación.El conjunto rumano no contradijo las impresiones previas que se tenían sobre él. Fue un equipo a la medida del anarquismo futbolístico de su país: sin organización, muy blando en defensa, pero bien dotado para al contragolpe por su rapidez en los metros finales.

Pero bastaron unos minutos de presión celeste para que el Arges quedara confinado en su propio campo para siempre y con un resultado que sentencia la eliminatoria a favor del Celta.