Los bebés no hicieron bulla

La música consigue amansar a las fieras y mucho más. Los musicólogos Polo Vallejo y Fernando Palacios lograron ayer que los 1.200 infantes y progenitores que cubrieron el aforo del Victoria Eugenia participaran activamente en el espectáculo musical Wa be bará buré...a yoroba... sin montar un concierto paralelo. Masa crítica había para que el acto se hubiera transformado en un ingobernable recital de llantos y berrinches contagiosos. Era un concierto para niños de hasta cinco años y cuando todo hacía presagiar que al auditorio le podía dar por sabotearlo sin mala fe, José Ignacio Ansorena demostró que dirigiendo a un auditorio infantil también es un maestro. Primero advirtió a los padres: "También tenéis que ser como niños", y luego improvisó una entrada de Polo y Vallejo, dos exploradores en la sabana africana, que captó al instante la atención de los bebés, niños y padres -sí, fueron como niños-. Durante 50 minutos Palacios y Vallejo, cantaron, bailaron y tocaron el piano -que en realidad era un cocodrilo, según comprobaron los niños-, los bongos, el xilofón,... Los dos músicos lograron sin la menor dificultad cautivar la atención de los pequeños mediante la historia de los dos exploradores y hacerles partícipes de diferentes versiones de la canción Wa, be, bará, buré...a yoroba. Los niños repitieron parte de la letra, que era un trabalenguas, dieron palmas y marcaron el ritmo con el entusiasmo que se les supone a personajes de tal estatura. El otro concierto, que se cernía como un presagio antes de la actuación, en forma de grititos, aullidos francos, tentativas de llanto y pataleos se quedó en puro amago. Apenas un runrún apagado y nada estridente y algún que otro "amaaaaa" de pocos decibelios. Palacios y Vallejo consiguieron que el auditorio no sólo siguiera el relato musicalizado, sino que respondiera escrupulosamente a los constantes estímulos que recibían desde el escenario. La fiesta concluyó con ovación de los niños grandes y ladeos de cabeza de los pequeños.