Argentina debuta con Japón

"Hablé con Maradona antes de viajar a Francia", dijo el viernes Carlos Salvador Bilardo, cuando presenció el Paraguay-Bulgaria. "Me dijo que vería el debú de Argentina desde su casa. Está bien, pero también me confesó que cuando el balón empiece a rodar, sufrirá", añadió el hombre que llevó a la albiceleste a ganar el Mundial en 1986. Argentina se enfrenta hoy a su propio pasado. Un mundo acaba en Buenos Aires y empieza otro a las 17.30 en Toulouse donde la selección de Pasarella debuta frente a Japón en Francia.

Consciente de que figura ahora como una de las aspirantes al título, Argentina quiere romper la tradición que dice que sólo una selección suramericana (Brasil) ha conseguido en una ocasión triunfar en Europa. Tienen buenas razones para pensar en hacer algo grande. Muchos de sus jugadores actúan en Italia y España y conocen bien los entresijos para no fracasar. Pero, como dijo Gabriel Batistuta, el nuevo referente de la selección, tienen la obligación histórica de aprender a jugar sin el pibe de oro. Pese a las diferencias que mantiene con Passarella, la afición tiene una fe en ciega en Batigol. Ha marcado cinco goles en seis partidos y en un último ensayo antes del encuentro, vio puerta en tres ocasiones.

Superado el oscuro capítulo del extraño dopaje de Verón, Argentina afronta el partido con el recelo que produce lo desconocido. Apenas saben nada de Japón. "No hay que fiarse de nadie", afirmó Claudio López.

El equipo nipón, que organizará el Mundial junto a Corea dentro de cuatro años, quiere mantener intacto su honor. No pueden aspirar a más. Pero han tenido un espía de lujo. Chilavert, el portero de Paraguay, visitó en Los Alpes a los jugadores japoneses a quienes les comentó las debilidades del grupo de Passarella. "Allá él", dijo Batistuta. "Paraguay estará muy bien o no debe tener mucho trabajo". La actitud de Chilavert causó una airada reacción hasta de políticos argentinos.