"De fuera vendrán..."
Se trata de un spot de televisión que invita a consumir plátanos de Canarias. Y lo hace aludiendo, de modo indirecto, a la competencia en el mercado español de la misma fruta que producen otros países. Es decir, Colombia. Hasta aquí perfecto: se trata del uso legítimo de la publicidad que busca reforzar el mensaje de que el producto publicitario es el mejor. Pero descompongamos el guión y su puesta en escena para desentrañar el valor añadido: una atmósfera de cita mafiosa en un almacén portuario, un intercambio de maletines, una prueba pericial de la mercancía que se quiere intercambiar y el juicio docto del cocinero Arguiñano, que, con autoridad, asegura no ser auténtica; consabido enfado de los mafiosos timadores, y, en el interior del coche, Arguiñano que sentencia, mientras sube la ventanilla, "no vayan a venir de fuera para quitamos lo nuestro", que, finalmente impreso en el cristal, se trata de la denominación de origen de la mercancía en litigio, el plátano de Canarias. Lo irritante de este anuncio es la cobardía de un mensaje que renuncia a nombrar a la competencia con su nombre y apellidos, el plátano colombiano, pero que usa la conocida metonimia de nombrar al sujeto por su predicado, que, inevitablemente reducido a una singularidad, reduce la complejidad al tópico: el autor del Quijote por Cervantes, nos enseñaban en la escuela, la actividad mafiosa de las bandas de narcotraficantes por Colombia -o el tráfico de drogas por el comercio de plátanos- se nos advierte, como peligro, en este anuncio claramente racista.Bien está que la asociación canaria de productores plataneros se adecuen a los tiempos, y que aquella situación de monopolio de la que se beneficiaron requiera hoy de nuevas estrategias de comunicación que busquen mermar, legítimamente, las ventajas de otros competidores que circulan ahora libremente. Pero convivir con el otro significa no negarlo, no urdir golpes bajos que en nada tienen que ver con la elección del consumidor a la hora de decidirse por uno u otro producto. El anuncio no nos dice las cualidades de la fruta canaria: si es más barata o más grande, pero menos sabrosa; si es más cara o más pequeña, pero de inconfudible sabor. No, el anuncio nos recuerda, con el uso perverso de confundir la parte con el todo, la reedición de otro viejo tópico: "De fuera vendrán que de tu casa te tirarán".-
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