Una petición a destiempo

Martín Fiz, como ha repetido varias veces desde la carrera, no está enfadado con Abel Antón. Lo está consigo mismo, aunque esto no lo ha dicho públicamente. Sólo ha comentado que está muy satisfecho con el subcampeonato mundial, que, unido al campeonato anterior de 1995 y al título europeo de 1994, suman un palmarés excepcional. Es una gran verdad y le consuela. Pero no del todo. El quería ganar.Le ha quedado el regusto de pararse a las puertas de hacer aún más historia, pero no tiene más justificación que sus propias limitaciones ante un rival que le saco; mejor partido a sus cualidades. Fiz atacó con tremenda fuerza a partir del kilómetro 25 para hacer la selección, y desde el 27 sólo le respondió Antón. El mano a mano era un hecho, y cada uno jugó sus bazas. Fiz intentó despegar al soriano imponiendo un ritmo elevadísimo, y éste, aunque lo pasó muy mal, especialmente en el kilómetro 32, resistió. Ésa fue la clave. El vitoriano pidió que le relevara, pero era una petición a destiempo. Antón tuvo razón al decir que no merecía la pena, porque los siguientes venían ya a 300 metros. Y él, además, siempre ha corrido así, a la contra, como los atletas de mejor final. Ambos sabían sus bazas, y mientras Antón pudo aprovecharlas, Fiz no. Con toda justicia y más transparencia que Olano con Induráin.