En la muerte de Miguel Angel Blanco Garrido
Después de tanta barbarie demostrada por estos que dicen ser los libertadores de nuestro pueblo, doy este paso a sabiendas de que mi vida puede ser la siguiente que sieguen de manera tan rápida, cruel y fría, teniendo en cuenta que mi cargo de secretario general de una agrupación del PSE-EE en Bilbao parece ser el suficiente motivo como para que alguien se me acerque por detrás y me traslade en un segundo a esa larga lista de personas que mueren por no se sabe qué causa. Hoy, en la muerte de un hombre casi anónimo hasta que estos asesinos lo han masacrado, creo que es el día de decirles basta, y desde luego sé lo que digo. No ha pasado mucho tiempo desde que cometieron el último atentado, pero ¿cuánto tiempo pasará hasta el próximo?, ¿quién será para ellos el siguiente? Como ciudadano de este país, les tengo que decir a los demás que nadie está descartado, aunque unos tengan más boletos que otros en esta negra rifa, y que, si no rompemos todos este miedo, siempre vamos a estar bajo el yugo de estos fanáticos. He puesto en mi casa y en mi agrupación el crespón negro, pero tengo que decir que me hubiera gustado que después de las movilizaciones y las innumerables muestras de solidaridad de todo el mundo haber tenido que tirar definitivamente los lazos con una significación u otra que tanto conocemos aquí en nuestra tierra.No quiero olvidarme de trasladar mis condolencias a esa familia a la que por desgracia desde el día de hoy le falta Miguel Ángel, y por supuesto quiero lanzar desde aquí un mensaje de aliento a todos los ciudadanos y gentes de bien de este país que, comprometidos o no con tareas políticas, tenemos un fin común: hacer de nuestra tierra un espacio de paz y tolerancia, cualidades que han definido a nuestro pueblo durante muchos años.- .
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