Los 'ultras' cantan victoria en la 'batalla de Estrasburgo'

La manifestación contra la ultraderecha y, sobre todo, el concierto gratuito contra el racismo, se disolvieron durante la noche del sábado entre cargas policiales y gases lacrimógenos. Apenas un centenar de jóvenes franceses y alemanes bastaron para enturbiar la movilización cívica contra el congreso del Frente Nacional (FN), rompiendo los cristales de una veintena de comercios, saqueando varios de ellos, incendiando un automóvil y destrozando mobiliario urbano.Los incidentes no fueron especialmente graves, pero quebraron el ánimo de la alcaldesa socialista de Estrasburgo, Catherine Trautmann, principal organizadora de la protesta anti-FN. Trautmann condenó los altercados, suspendió el concierto previsto para anoche y se disculpó ante los comerciantes.
La actuación de unos pocos jóvenes cargados de alcohol permitió sacar pecho a Jean-Marie le Pen. Sus militantes no participaron esta vez en ningún incidente, y el líder del FN esgrimió el dedo acusador: "Los violentos son ellos", dijo ayer. Le Pen se burló de la alcaldesa ("que envíen la factura de los destrozos al domicilio particular de Cathy la Roja"), de la concentración de apenas 150 personas convocada por la derecha democrática ("fue una cagada") y de la manifestación de la izquierda ("nosotros tenemos los votos, ellos salen a la calle para oponerse abiertamente al sufragio universal y a la libertad de expresión").
En un discurso ante los delegados, Le Pen proclamó que eran víctimas de un "inmundo compló de la izquierda", víctimas de "la injuria y la calumnia", víctimas de una "clase política corrompida" y víctimas de unos medios de comunicación que les marginaban y les medían con un rasero distinto al utilizado para los demás. Le Pen y su gente parecieron emerger como vencedores morales de lo que se había planteado como batalla de Estrasburgo.
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