El juez que se encontró con los papeles

El pasado 13 de febrero saltó la noticia: el magistrado Javier Gómez de Liaño, vocal del Consejo General del Poder Judicial, había pedido la plaza de juez central de instrucción número 1 de la Audiencia Nacional, que dejó vacante Carlos Bueren para pasar a la abogacía privada.Fue una sorpresa. Y no sólo porque Gómez de Liaño esperó al último día de plazo para presentar por correo su solicitud. También, porque no es habitual que un magistrado de sala descienda de categoría para ejercer como juez de instrucción.

Naturalmente, la candidatura de Gómez de Liaño, 17 años de antigüedad en la carrera, barrió a los otros aspirantes.

Por lo demás, la plaza no parecía demasiado apetecible. Entre otros asuntos, en el juzgado número 1 de la Audiencia Nacional le esperaba el caso Lasa-Zabala, que Bueren llevaba un año instruyendo con resultados más bien decepcionantes.

Lo que no se sabía entonces es que el 8 de febrero, cuatro días antes de que Gómez de Liaño pidiera la plaza, su amigo Baltasar Garzón había hecho un sensacional descubrimiento en la celda del coronel Juan Alberto Perote en la prisión militar de Alcalá de Henares. Nada menos que los famosos documentos del Cesid sobre los GAL.

Entre la documentación incautada por Garzón estaban los tres papeles que servirían a Gómez de Liaño para dar un vuelco al caso Lasa-Zabala encarcelando al general Galindo. Los mismos que el Consejo de Ministros se ha negado a desclasificar y por los que el juez quiere preguntar a los diputados de la Comisión de Secretos y al ex director del Cesid Alonso Manglano.

El registro de la celda de Perote no fue una maniobra planeada para hacer llegar los papeles secretos a los jueces. Así lo aseguró el defensor de Perote, Jesús Santaella, abogado también de Mario Conde, para quien trabaja Mariano Gómez de Liaño, hermano del juez del caso Lasa-Zabala.