Muestrario de inválidos
Así no hay manera. Sin toros, no hay emoción y sin emoción no hay fiesta. Ya pueden estar dispuestos los toreros, que en esta ocasión lo estuvieron, pero sin emoción las orejas, que se concedieron tres, a una por barba, quedan devaluadas y sólo se deben a la citada disposición de los diestros, que no a sus méritos de dominar, lidiar y torear a una res con todas las de la ley. El único astado que se mantuvo en pie durante toda la lidia fue el que cerró plaza, un sobrero de Criado Holgado, pero que a su vez desarrolló mucho sentido y cazaba moscas. Además, uno de Atanasio y uno de Fraile fueron devueltos a los corrales y el primer sobrero, de Charro, fue todavía más inválido que el devuelto. Después de esto se comprueba como ciertas figuras del toreo, por no decir todas, tropiezan muchas veces en la misma piedra, al solicitar reses de ganaderías que saben que no tienen fuerza.Enrique Ponce ilusionó al público con la faena a su primero, un toro con buen tranco, pero que fue quedándose corto. El de Chiva estuvo muy torero, casi siempre en los medios, con temple, suavidad y facilidad. Al cuarto lo saludó de forma deslumbrante con el capote, siendo ovacionadísimo. Al pobre animal casi no se le picó, pero ni por esas pudo mantenerse en pie.
Fernández / Ponce, Jesulín, Finito
Dos toros de Atanasio Fernández (lº y 4º) y uno de Vicente Charro (2º), Aguirre Fernández (6º), Fraile de Valdefresno (5º) y Criado Holgado (6º), algunos nobles, pero todos prácticamente inválidos, a excepción del sexto, manso y peligroso. Enrique Ponce, oreja y ovación. Jesulín de Ubrique, silencio y oreja protestada. Finito de Córdoba, oreja y aplausos. Casi tres cuartos de entrada. Plaza Monumental. Barcelona, 14 de julio.
El segundo tuvo buen son, pero fue el más inválido de los inválidos. Jesulín comenzó su trasteo sentado en el estribo y la res se acostó. No podía haber faena y no la hubo. El quinto también fue muy flojo, pero acabó defendiéndose.
El primero de Finito, para variar, fue otro disminuido físico. El diestro tardó algo en entrar en materia, pero lo hizo con series algo desiguales, en las que hubo de todo: perfil y pico, pero también muletazos de mucho sabor. El sexto lo aguantó valerosamente Benito Quinta en una fuerte vara. Luego, un desastre en banderillas a cargo de avezados profesionales. Y claro, Finito, que no es un luchador, hizo lo que podía esperarse en estas circunstancias: nada.
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