Los hijos del Ulster británico
Sus integrantes aseguran que la Orden de Orange acoge a todos los "hijos del Ulster" británico, sin distinción de clases. Sin embargo, un atento observador podía percibir en el desfile de ayer de decenas de miles de seguidores de esta extraña organización semirreligiosa y profundamente patriótica, un fuerte componente de clase obrera.Protestantes del área de Shankill Road, el gueto de Belfast oeste, con su característico pelo cortado al cero pendiente en la oreja, y poderosos músculos, se dejaban ver aquí y allá, mezclados entre un público básicamente popular que sólo aspira a divertirse. Muchos eran, simplemente, miembros de los servicios de orden de los desfiles, cuya llama mantienen viva los ciudadanos menos favorecidos por la supremacía protestante.
De no ser por su significación política en un territorio profundamente dividido entre dos comunidades que parecen condenadas a odiarse, las marchas protestantes de julio serían lo más parecido a una verbena que puede encontrarse en las latitudes de la isla de Irlanda y la de Gran Bretaña. Vendedores callejeros ofrecen banderitas, pitos y demás chucherías al paso de los desfiles que la gente contempla a menudo, sentada en sillas portátiles, como si se tratará de una verdadera procesión. Hay puestos ambulantes de bebidas y comida barata y, a veces, el sol hace una excepción y se asoma un rato por el cielo hostil del Ulster.
La noche del 11 de julio se encienden enormes hogueras en toda la provincia. Los vecinos de los distritos protestantes se congregan en la calle, y al son de músicas de la más variada procedencia, los chavales bailan hasta la madrugada. De no ser por la profusión de banderas e, inevitablemente, de policías, estos días de julio en Irlanda del Norte podrían parecerse a cualquier día de agosto en una localidad española que festeja a su patrón. Pero en Irlanda del Norte, hasta los patrones son guerreros.
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