Del Rastro
Soy periodista en paro. Desde hace siete años mi marido es titular de un puesto del Rastro de Madrid, y mi calidad de desempleada de larga duración (dos años) me ha llevado a colaborar con él en la atención, cada domingo, de nuestro puesto de artesanía. Esta singular actividad en uno de los atractivos turísticos de más solera de Madrid (en todas las guías turísticas aparece como visita imprescindible) me ha descubierto, además de las incomodidades de la venta ambulante, la imprevisible y cada vez más implacable actitud de la Policía Municipal, actuando como brazo en primer a línea del Ayuntamiento y la Concejalía de Centro, encargada de la organización y estructura del Rastro. No hay domingo sin pelea. La altura de los puestos, los centímetros que te pasas, los carteles que no pueden ponerse, la música que no debe pasarse... En fin, reglas tras reglas que mortifican a los vendedores y a la propia policía con discusiones interminables que suelen acabar con una anotación oficial por parte del agente del orden. Los vendedores, que pagamos impuestos, cotizamos en la Seguridad Social y abonamos al Ayuntamiento un derecho por vender cada domingo, nos sentimos maltratados. Existen dos asociaciones de vendedores negociando con la concejalía un trato más amable con los comerciantes. Incluso se han conseguido beneficios, como la doble titularidad del puesto, pero esto no impide la actitud demasiadas veces prepotente de los agentes. Veo cada semana el gusto por imponer la autoridad, autoridad por autoridad, y es lamentable, patético. Muchas veces los observo actuar con una rigidez fuera de lugar y contexto, mientras a medio metro ladrones y trileros estafan a turistas y visitantes. ¿Dónde está la policía cuando a los clientes potenciales les levantan cámaras, dineros y tarjetas de crédito?, se lo preguntamos cada domingo y la respuesta es airada, ellos van a controlar a los que trabajamos y poco más.
La última novedad es que si alegas mucho o te niegas a bajar medio. centímetro un cartel anunciador te denuncian y a la quinta denuncia te quitan el permiso para trabajar cinco domingos... Mano dura.
¿No nos estamos pasando? ¿Adónde vamos? O ¿adónde volvemos? ¿Le quitan a usted el derecho a trabajar cinco días si discute cinco veces por algo que le parece injusto, señor alcalde?-
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