Saharauis

Acabo de regresar de los campamentos de refugiados saharauis situados en pleno desierto cerca de Tinduf, al sur de Argelia. Como siempre que vengo de allí (es la tercera vez que voy), vuelvo impresionada y a la vez indignada por la dureza de las condiciones que soportan en la zona más inhóspita del desierto, que nadie antes quiso habitar, y, por otra, con emocionada admiración por la capacidad de organización y la dignidad con que ese querido pueblo, hasta hace 20 años hermano nuestro (recordemos que era la provincia número 56 de España), lleva su penoso exilio desde que fue expulsado del Sáhara occidental por la brutal agresión de Hassan II.La dureza del terreno hace imposible la ganadería (salvo algunos rebaños de cabras que se alimentan de todo lo que encuentran a su alrededor) y la agricultura, excepto algunos pequeños huertos próximos a artesanales pozos muy profundos y salobres. Viven casi exclusivamente de la ayuda que reciben de Argelia, de las ONG españolas que consiguen ayudas a través del 0,7% y de las caravanas que periódicamente organizan las asociaciones de amigos del pueblo saharaui.

¿Seguiremos impasibles mientras Hassan II no hace más que interferir con "falsas listas de marroquíes" y todo tipo de impedimentos el "tan deseado referéndum" cuya prórroga termina en mayo?

¡Lo único que piden es que les devuelvan su tierra con la celebración de un referéndum justo, limpio y sin falsedad!-