Almíbar presidencial

El realizador norteamericano Rob Reiner es conocido por sus personales adaptaciones de novelas de Stephen King Cuenta conmigo (1986) y Misery (1990), pero sus grandes éxitos Ion la comedia Cuando Harry encontró a Sally (1989) y la tradicional película de juicios Algunos hombres buenos (1992), basada en una obra teatral de Aaron Sorkin. Rob Reiner vuelve al terreno de1a comedia para, de nuevo sobre un guión de Aaron Sorkin, hacer El presidente y miss Wade, donde se mezclan con extremada habilidad temas tan comerciales como el amor, el poder y la ecología, dentro de una tradicional estructura de comedia, pero sus resultados son en exceso almibarados y propagandísticos.La historia gira en torno a los amores entre un presidente de Estados Unidos viudo y una directiva soltera de un importante grupo ecologista. Dentro del característico esquema chico encuentra a chica, chico se pelea con chica y chico se casa con chica, la única novedad que ofrece esta película es la particularidad que tiene la situación, al ser el chico el presidente de Estados Unidos y tener a todos los medios de comunicación y a la oposición detrás de cada una de sus acciones amorosas.

Sin embargo, El presidente y miss Wade no acaba de convertirse en la peculiar historia de amor y lujo que pretende ser por encerrar una excesiva carga política. A pesar de remitirse expresamente a los títulos más conocidos del genial director Frank Capra sobre el tema para tratar de hacerlo pasar lo más desapercibido posible; resultan excesivas las constantes alabanzas a la figura del ficticio presidente y a la política norteamericana en general.

Debido a ello, el filme consigue sus mejores momentos cuando se centra en la simple peripecia amorosa y quedan al margen frases del tipo "el líder del mundo libre" con que repetidamente denominan al protagonista.

En cualquier caso, Rob Reiner demuestra su gran habilidad como realizador de comedias románticas, mientras aparecen bastante más dispersas sus dotes como director de actores. Frente a una excelente Annette Bening, que hace subir el interés con su sola presencia, una vez más Michael Douglas resulta demasiado serio, envarado, frío, dentro de un bien conjuntado reparto.