Estados Unidos en Bosnia.

Estados Unidos, una nación coronada como única superpotencia mundial, capaz de ejercer un poder absoluto y decidida a imponer en todo el orbe su destino manifiesto: democracia y tarta de manzana. He aquí una idea surgida de la posguerra fría y pulverizada en la crisis de los Balcanes. (...)Habría menos razones para inquietarse si en Estados Unidos tuviera lugar un debate entre los internacionalistas, convencidos de que el futuro de la democracia se juega en Bosnia, y los aislacionistas, seguros de que la guerra de los Balcanes es un rompecabezas exclusivamente europeo.

Pero no hay más que indiferencia y dilaciones que mal pueden justificarse por las dudas y contradicciones de los europeos divididos. (...)

No puede acusarse a Bill Clinton de haberse desinteresado de la crisis bosnia. En su campaña electoral atacó con dureza la pasividad de George Bush y se declaró partidario del empleo de fuerzas estadounidenses para aflojar la tenaza sobre Sarajevo. Una vez en la Casa Blanca, Clinton matizó la urgencia de todo esto.

¿Qué queda hoy de tanta bravata? Una trampa en forma de sorprendente paradoja: a fuerza de dejarse intimidar por la estrategia europea del statu quo, a fuerza de rehuir el ataque y no querer tener hombres sobre el terreno, Estados Unidos va a verse en la obligación de hacer exactamente lo contrario.

4 de junio