La prófuga del TNP

Su editorial (EL PAÍS, 12 de mayo de 1995) celebra justificadamente la prórroga indefinida del Tratado de No Proliferación nuclear (TNP), pero es demasiado benévolo con los países oficialmente nucleares. Sin duda sería muy inquietante que Estados como Irak o Irán llegaran, con Gobiernos como los actuales, a tener el arma nuclear, pero de ahí a afirmar que su posesión por loscinco miembros del actual club nuclear no constituye un problema va un abismo.¿Acaso cree satisfactoria una situación en la que incluso tras la ejecución de los acuerdos START (Conversaciones sobre la Reducción de Armas Estratégicas) EE UU y Rusia aún contarían con unas tres mil cabezas nucleares cada uno, al tiempo que siguen mejorando sus artefactos y previendo en sus estrategias el recurso al arma atómica? ¿Y qué decir de los otros tres? China continúa ampliando sus arsenales y ha efectuado en los últimos meses dos pruebas atómicas a despecho de la moratoria observada por el resto; Francia se plantea la reanudación de sus pruebas, mientras potencia su armamento con una nueva generación de submarinos nucleares, y el Reino Unido procede a renovar sus misiles Polaris reemplazándolos por los Trident, multiplicando por ocho el número de objetivos alcanzables.

Tan masiva "proliferación vertical" es contraria al TNP el cual no "establece que algunos países pueden tener sus armas nucleares", como pretende su diario. El artículo VI del mismo obliga a todos los firmantes a conseguir el desarme nuclear. A tal fin, es alentador que la declaración de principios que acaba de aprobarse como anexo al TNP inste a los países nucleares a avanzar hacia ese objetivo, pero al carecer de valor jurídico tampoco es como para echar las campanas al vuelo-