El demonio de la discordia
Con frecuencia, dos niños se encaprichan del mismo juguete. Las consecuencias suelen ser algunos gritos, empujones y lágrimas. Poco después, ni se acuerdan del juguete. Con algunos países fronterizos pasa algo parecido. La exacta delimitación del perímetro nacional en zonas de olvidada y difícil geografía desata a veces los susceptibles orgullos patrióticos. El ser adultos debería distinguirnos de los niños no por las fatales consecuencias de nuestros enfrentamientos, sino por nuestra madura decisión de luchar contra el demonio de la discordia.-
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
Últimas noticias
Lo más visto
- Europa entra en estado de alerta ante la embestida estratégica de Trump
- ¿Qué pasa si uno solo de los ganadores del Gordo de Villamanín decide denunciar?
- Los grandes derrotados del Gordo de Navidad de Villamanín, 15 jóvenes de entre 18 y 25 años: “Hoy hemos perdido amigos”
- El giro del PP con Vox: de prometer no gobernar con la extrema derecha a normalizarlo tras el resultado en Extremadura
- La larga sombra del hijo único: China paga con una crisis demográfica su mayor experimento social




























































