En busca de la alcachofa perdida

En una atmósfera de bochorno calimero, al atardecer, cinco bailarines juegan a no bailar, al hastío y a la siesta. Los colores cálidos del decorado y su factura artesana no consiguen envolver positivamente las evoluciones de los artistas, enfrascados durante una interminable hora en una especie de ritual de caídas y recuperaciones asimétricas. Los materiales coreográficos no están desarrollados, sino simplemente apuntados: no se profundiza en la relación con los objetos (las alcachofas que misteriosamente crecen bajo la paja, los irónicos violines de juguete o la alfombra-colchón de rafia).Están bien preparados estos jóvenes artistas, pero no se les puede ver lucimiento formal alguno: la coreógrafa no lo persigue, sino todo lo contrario. Margarit trata el suelo a veces como refugio y otras como enemigo, pero el trabajo de Suite D'estiú es débil, aburrido y muy, diferente de algunas de sus excelentes obras anteriores.