El reto
Una sombra de desolación se expande sobre España. Las ciudades vacías de todo tráfago; los pueblos empobrecidos y aislados los vejetes sin sol que echarse al cuerpo; los jóvenes sin lugar en que divertirse o estirar los músculos; los puertos y aeródromos languideciendo; desconocida nuestra tierra más allá de nuestras fronteras, huera más que nunca de toda capacidad de esfuerzo o esperanza de recuperación.Conspicuas mentes increíblemente sueñan semejante panorama. Mentes más débiles, tienden a creerles: lo viven. Aquéllos, falsificadores, se lo venden; estos, ingenuos, asienten. Los terroristas mentales laboran sus cepos preparando el estallido victorioso de sus equivocadas ideas o equívocos intereses.
¡Dios mío! ¿Es posible esto? Pero la verdad, la difícil verdad, la verdadera verdad es todo lo contrario. Jamás nuestro país todo, a pesar de sus lógicas contradicciones, tuvo más vitalidad, vivió mejor en general, ni tuvo nunca más capacidad de recuperación ante los tropiezos y dificultades. Un enjambre de potentes personalidades de diverso signo, contrarios muchos entre sí, pululan por'sobre nuestro variado tapiz, rico en frutos y flores a punto constante de eclosión. Un entorno aún mejor dotado por los hados nos cobija y empuja a mejores y necesarios logros. Sólo una tremenda pero razonada duda emerge de entre el sudor y sordera de alguna mediata juventud, discotequera y manejable, que ojalá no sea minada en su empuje vital.
En sia difícil puesto un aún joven presidente, legítimamente encorajinado, con inteligencia y un tesón forjado de gran político, acorde con que es de nuevo nuestro gran país, sortea incomprensiones, errores y adversidades; a la par que a inteligentísimos y bien armados adversarios, legalmente versados en su obligada y supuesta leal oposición.
No: ante este verídico rico panorama no hay lugar para la desolación. Vivir el pesimismo injustificado o la esperanza real es el reto para cada uno de nosotros hoy-
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