Animal de hábitos

A Jesús Nunes no se le puede llamar por teléfono. Cortó la línea. Por nada del mundo quiere que nadie le vuelva a sobresaltar para darle una noticia como la que le transmitieron hace siete años a las dos de la madrugada. Había muerto su padre. La llamada le rompió el corazón: "Me recorrió el cuerpo tal escalofrío que estuve seis meses llorando. Yo quiero mucho a mi familia; cuando se me va alguien, me da la impresión de que se va con ellos parte de mi vida".Nunes decidió que la mejor manera de no recibir noticias así era prescindir del teléfono, aunque, transcurridos tantos años de la muerte, de su padre, vuelve a pensar en la posibilidad de restablecer la línea y cortarla de noche.

Dice que es un animal de hábitos. Todas las mañanas acude al mismo bar, lee el periódico de principio a fin, y a eso de las diez vuelve a casa para situarse frente a la máquina de escribir. Lleva ya dos libros escritos sobre los toros sin que hayan visto la luz. "Escribo muchas tonterías. Hablo y escribo tanto que me han dicho que estoy loco. Una vez fui al psiquiatra, pero me dijo que, si todos los locos fueran como yo, ¡bendita locura!"

Fuera de la temporada taurina se gana la vida haciendo traducciones de presupuestos por encargo de empresas de telecomunicación; su esposa traduce francés. Con ellos vive su hija común, mientras en Portugal le quedan otros dos hijos de su primer matrimonio.

Le cuesta evocar su faena más memorable, aquella que sitúa en Villamuelas (Toledo), donde lidió a un toro sin dar un solo lance.

Tamaña proeza merece la agilización de las listas de espera. Nunes espera ansioso la cita, aunque para ello tenga que restablecer su línea telefónica. De lo contrario está dispuesto a salir al ruedo con sus ruedas averiadas.