La defensa del Tratado de Libre Comercio enfrenta a Clinton con los sindicatos

La campaña del presidente Bill Clinton en defensa del Tratado de Libre Comercio (TLC) con México y Canadá le ha llevado a un duro enfrentamiento con los sindicatos, poderosas organizaciones de tendencia demócrata cuya influencia es determinante en el voto de varios congresistas, principalmente en el noreste de Estados Unidos.El secretario del AFL-CIO, Thomas Donahue, acusó al presidente de haber propinado «una puñalada trapera" a los trabajadores, y afirmó que las críticas de Clinton contra los sindicatos eran un ejemplo de su "desesperación" ante la posibilidad de una derrota cuando el TLC sea votado la próxima semana en la Cámara de Representantes.
Clinton había dicho el domingo en una entrevista en la televisión que los sindicatos estaban tratando de imponer su voluntad "por la fuerza bruta y sin escrúpulos". La AFL-CIO está en contra del tratado con México porque considera que éste provocaría la huída de las empresas hacia el otro lado de la frontera y la desaparición de puestos de trabajo en EE UU.
La influencia de los sindicatos, que constituyen un bloque importante dentro del Partido Demócrata, puede ser decisiva en la decisión de los congresistas de estados como Michigan, Illinois, Ohio y otras regiones industrializadas del país. Sander Levin, un representante demócrata por Michigan, advirtió que "la política de México es, claramente, mantener bajos sus salarios para atraer a la industria norteamericana".
Un enfrentamiento entre un presidente demócrata y la AFL-CIO puede provocar una grave ruptura de la coalición que tradicionalmente ha llevado al poder al partido que hoy gobierna. La Casa Blanca trató ayer mismo de quitarle yerro al conflicto. El jefe de Gabinete de la Presidencia, Mack McLarty, declaró en la televisión que "Ios trabajadores y trabajadoras de este país saben que Bill Clinton comprende muy bien sus esperanzas, sus sueños y sus ansiedades".
El Gobierno trata ahora de concentrarse en el duelo que hoy sostendrán en Tampa (Florida) el vicepresidente, Al Gore, y el multimillonario tejano Ross Perot, la figura más popular entre los enemigos del TLC.
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