Las repúblicas bálticas piden que la ayuda a Rusia se vincule a la retirada militar

Las repúblicas bálticas y sus aliados nórdicos aprovecharon la segunda conferencia sobre auxilio a la Comunidad de Estados Independientes (CEI) para pedir veladamente que la ayuda a Rusia se vincule a la retirada de sus 135.000 soldados en Estonia, Lituania y Letonia, prevista como pronto para 1994, según fuentes diplomáticas.

Jean Manitsky, ministro de Exteriores de Estonia, fue el más vehemente en la formulación de esta revindicación. "Si no se vincula la asistencia a la retirada de los contingentes militares, este asunto quedará irresuelto indefinidamente", dijo. Dinamarca propuso crear un fondo especial para la construcción de viviendas en Rusia para los militares ex soviéticos que abandonen las repúblicas bálticas. La proposición se inspira en el ejemplo de Alemania, que costea la construcción de casas para los soldados rusos repatriados de la antigua República Democrática Alemana (RDA).

El jefe de la diplomacia rusa, Andréi Kozirev, reconoció la necesidad de encontrar "una solución rápida" a este problema, sin dar más indicaciones. Kozirev insistió también en que la permanencia en los órganos de poder de la antigua nomenklatura comunista dificulta el buen aprovechamiento de la ayuda internacional enviada a su país.

La segunda conferencia sobre la asistencia a la CEI, que contó con la participación de delegaciones de más de 60 países, concluyó ayer en Lisboa sin aportar grandes novedades con relación a la primera que tuvo lugar en Washington en enero. Su celebración en la capital del país que desempeña la presidencia de la Comunidad Europea (CE) pone de relieve el papel relevante de los Doce, que han proporcionado hasta ahora las tres cuartas partes de la ayuda enviada a la CEI. Una última conferencia de estas características tendrá lugar en Tokio en octubre.

El director ejecutivo del Fondo Monetario Internacional (FMI), el francés Michel Camdessus, evaluó las necesidades financieras para el conjunto de las antiguas repúblicas soviéticas en 1992 en cerca de 45.000 millones de dólares (unos 4,5 billones de pesetas). Rusia, según él, requiere 24.000 millones, incluyendo 6.000 millones para crear un fondo de estabilización del rublo.

Prioridades de desarrollo

A diferencia de Washington, los países de la CEI y Georgia estuvieron representados en Lisboa, pero sus intervenciones no permitieron a veces hacerse una idea clara de sus prioridades en materia de desarrollo. El jefe de la delegación española, el secretario de Estado de Cooperación Internacional, Inocencio Arias, insistió en que el incremento de la cooperación con la CEI no debía hacerse en detrimento del Tercer Mundo, especialmente de El Salvador y Nicaragua, que salen de sendas guerras civiles. También pidió que la ayuda no distorsione las corrientes tradicionales de comercio, y puso el ejemplo de Argentina, cuyas exportaciones de carne a la antigua URSS podían ahora resultar perjudicadas por los envíos de Europa occidental.