Desempleo
Sólo soy uno más de esos españoles a los que les gusta el hecho de vivir a costa de los demás, es decir, cobrando el desempleo. Cuando no puedo vivir del cuento me dedico a dar clases en algún instituto de formación profesional, ayudando a formar a lo que se llama el futuro del país. Ahora bien, como tengo la suerte de no haber ganado oposiciones al cuerpo, estoy integrado en un grupo al que se denomina interinos sustitutos, y por tal honor se me concede el privilegio de dar clases solamente 15 días, un mes, quizá dos, para luego, si alcancé los seis meses de cotización, poder vivir de lo que a mí realmente me gusta: el paro.
Este curso he tenido que hacer los seis meses del tirón, y respiré cuando el día 20 del pasado mes de abril tuve que abandonar el puesto de trabajo al incorporarse aquel al que sustituía. "Otros tres mesecitos del cuento", me dije. Pero antes había llegado González con cuento propio, el de Europa, y en la oficina de empleo me dicen que ya no tengo ningún derecho por las cuotas por mí satisfechas, hasta no acumular un año de empleo. Y de esta forma me han cortado el rollo.
Y, haciéndome eco de las palabras de Solchaga, me olvido del subsidio y hago firme propósito de mantenerme sólo con el fruto de mi trabajo. Pero, al ser sólo un sustituto y teniendo en cuenta que a estas alturas del curso ya es un milagro conseguir un contrato para seguir ejerciendo mi profesión, me encuentro que, en el más favorable de los casos, tendré que esperar hasta el mes de octubre para volver a vivir con el referido fruto de mi trabajo. Este verano haré como los osos durante su invierno: me quedaré muy quieto en casa quemando el menor número de calorías y a confiar en que las que ahora llevo puestas me duren hasta el próximo mes de noviembre, en el que puede ser que, para entonces, haya trabajado algo. Pero, señor González, señor Solchaga, señores socialistas en general (de partido, no de ideas, no se ofendan): me siento rebosante de orgullo de ser ahora más europeo y de que me hayan extirpado la mala idea de vivir en la cultura del desempleo.-
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