Para todos los públicos

El BIE (Bureau International des Expositions), organismo rector de las muestras universales, obligó en su día a la Expo a encargar un pabellón con el lema de la muestra: La era de los descubrimientos.La cuestión de qué meter en ese saco sin fondo y cómo hacerlo provocaron a los organizadores no pocos quebraderos de cabeza, hasta que llegaron a la conclusión de que lo mejor era distribuir en diferentes edificios las áreas de desarrollo fijadas por el BIE, El mundo antes del Descubrimiento, El impacto de los descubrimientos y El futuro. Se denominaron en la jerga oficial los pabellones temáticos. Dentro de este vago concepto se engloban ambiciosos programas de contenidos, con Carmen Bueno de directora.

El mundo antes del Descubrimiento consiste en una de las exposiciones más han recabado de más de 80 museos 150 piezas, todas originales, sobre la América precolombina, el mundo islámico, Extremo Oriente y Europa en el momento histórico del Descubrimiento. Su emplazamiento, en las dependencias del monasterio de La Cartuja, se integra como parte esencial en la exposición, y justifica por sí solo la visita.

El pabellón del Siglo XV plantea un viaje vertiginoso en el espacio y el tiempo: de Europa a América y de la Edad Media al Renacimiento. Dividido en cuatro salas temáticas -Jardín, Sala del reloj, Espectáculo y Salida-, el pabellón pretende la sorpresa constante del público y amenaza con un final de viaje inesperado.

'El cine espacial Omnimax es la estrella del pabellón de los Descubrimientos, edificio mundialmente famoso por el incendio que lo destruyó el 18 de febrero, en plena recta final de la Expo. La organización respiró aliviada cuando se salvé de la quema la bola armilar que acogerá la proyección de ¡Eureka!, la pasión por conocer, que -descartados por el siniestro el resto de los contenidos -del emblemático pabellón- se erige en guía temática de toda la Exposición.

Los pabellones de la Navegación y de la Naturaleza son dignos de ver. La colección de maquetas de barco del primero es parada ineludible para el paseante de la Expo, tanto por el buen hacer que denota cada pieza como por el impecable montaje.

En el edificio de la Naturaleza, el rigor científico con que se ha acometido el homenaje a la variedad de paisajes de Iberoamérica no está reñido con lo entretenido de la visita, aliñada con un curioso test sobre la actitud del visitante ante el medio ambiente, la gran preocupación del pabellón. Se echa de menos un poco de atención a las especies marinas, ausentes en un paisaje únicamente aéreo y terrestre.

El tercer bloque temático, el Futuro, explora el medio ambiente, la energía, las telecomunicaciones y el universo, en cuatro pabellones desglosados del mismo edificio. La ciencia y la técnica -vistas desde el respeto al entorno natural como forma ideal de evolución- hilan los contenidos, que muestran desde la célula humana hasta el cosmos.

Los responsables de los pabellones temáticos resumen la idea que ha presidido la realización de sus programas: ofrecer al gran público diversión en una atmósfera de conocimiento presentada con rigor científico.