Los 'cascos azules' y el control de los extremos
"Las tropas de paz de la ONU no podrán impedir que los extremistas serbios y croatas sigan con las venganzas. Belgrado y Zagreb deben encargarse de controlar a sus extremos", opina Dimitrij, profesor de instituto en Plaski, aldea que forma parte de la autoproclamada República de Krajina, donde estarán desplegados los cascos azules. Dimitrij participó recientemente en una asamblea de diputados serbios de las diferentes zonas controladas por el Ejército federal, donde las tropas de la ONU serán destinadas a garantizar la paz y la seguridad de la población y a facilitar el regreso de los refugiados."El pueblo tendrá que volver a comunicarse y perdonar", afirma Dimitrij, después de contar que que en esta cruel guerra serbo-croata hubo chicos croatas y serbios del mismo instituto que intercambiaron cerveza y hasta munición. "Lo consideraban acto de hombría. Luego se mataban unos a otros".
Bozo Bozanic, alcalde de Korenica, municipio de Krajina, "nunca tomó las armas", y conservó su imagen política para los tiempos de posguerra. Bozanic admite que tanto los refugiados serbios como los croatas deben volver a sus hogares, si es que los tienen, cuando Krajina esté bajo el control de la ONU. Sin embargo, reserva el derecho de admisión: "Formaremos una comisión para determinar quién se ha manchado las manos de sangre. Para determinar quién podrá volver".
Los diputados serbios, provenientes de las zonas de. combate -algunos democráticamente elegidos, otros nombrados a dedo; unos vestidos con uniforme de camuflaje y otros vestidos de paisano- coinciden en que "la gente está cansada de la guerra". Sus posturas políticas con respecto al futuro de Krajina difieren. Los más radicales exigen que sea reconocida de una vez como una entidad política; otros prefieren esperar. En privado, admiten que negociarán con Zagreb la autonomía.
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