Nuevo orden

La información sobre el tema drogas (y tantos otros), que nos llega por todos los medios de comunicación, resulta a los ojos del lector crítico con un sinfin de inexactitudes, falacias y análisis parciales que asombran por lo generales y repetidos. Parece que la "versión oficial", con pequeños matices, es la única que se ofrece al consumo de los ciudadanos, aunque no sea una versión completa, ni veraz. Así se engloba en las estadísticas informativas al cannabis, la cocaína y la heroína, pero no al tabaco y al alcohol, mucho más extendidos y mortíferos, pero que, debidamente fiscalizados, engordan las arcas estatales.En pequeñas y apartadas columnas de algún periódico nos enteramos que hay tratamientos eficaces para la desintoxicación, pero no se potencian ni se difunde su aplicación; la reinserción es mínima en proporción a la demanda.

Se culpabiliza y persigue a los más débiles de esa cadena lucrativa que Alain Touraine considera como estado superior del capitalismo, mientras los capos detenidos instalan su oficina en la propia cárcel. Así, mientras un político lanza su arenga electoral contra las drogas, su hermano ofrece cocaína a los iluminadores y sonidistas que acompañan la campana. Los gitanos y los negros aparecen como oportunos chivos expiatorios, pero, curiosamente, los hoteles lujosos, grandes empresas e inversiones de narcodólares, consiguen la impunidad, o alguna generosa amnistía fiscal/política que les devuelve al redil financiero, para mayor gloria del poderoso caballero, don dinero.

Esta alta clase económica-política-financiera que dicta las normas y leyes contra algunas drogas vive muy lejos de los cientos de miles de marginados que viven en condiciones tercermundistas en esta España europea, al filo del siglo XXI, con un Gobierno democrático, socialista, que antepone el TAV a la erradicación del chabolismo, que recorta prestaciones de la Seguridad Social e invierte en proyectos faraónicos, olímpicos, espaciales, militares; hasta urinario para perros se instalan en las ciudades mientras los observan los niños gitanos descalzos y mugrientos, que nunca faltan, españolitos sin escolarizar como la Constitución manda, sin agua, ni luz, ni servicios esenciales en sus casas o chabolas, sin futuro ni presente, extranjeros en su tierra, marginados siempre.

¿Es éste el nuevo orden mundial a nivel europeo?.-