Pletórica de salud

El 12 de octubre de 1962 el sello discográfico United Artists auspició un concierto celebrado en el neoyorquino Town Hall para grabar a Charlie Mingus al frente de una gran orquesta de más de 30 músicos. Nadie sabía entonces que algunas de las piezas incluidas en las partituras estaban pensadas para convertirse en el testamento musical del contrabajista: Epitaph sólo existía como tal en la mente de su creador. La precipitación del evento provocó el caos y los resultados artísticos y económicos fueron desastrosos.No es extraño que las partituras quedaran arrinconadas hasta que Gunther Schuller tuvo la ocasión de poner orden en el caprichoso sistema de notación empleado por Mingus. Tras un arduo trabajo de rescate casi arqueológico, la obra quedó, por fin, lista para ser estrenada el 3 de junio de 1.989 en el Alice Tully, Hall del neoyorquino Lincoin Center. Habían transcurrido 10 años desde la muerte de Mingus.

Schuller conoció bien a Mingus y es, sin duda, el director ideal de Epitaph. Sabe pedir disciplina cuando es necesario y dejar discurrir los acontecimientos libremente cuando los músicos de su orquesta piden protagonismo.

Es la mejor forma de conciliar los complicados pasajes escritos, llenos de acentuaciones salvajes y texturas contrastadas, con las espontáneas intervenciones de los solistas que también exige la obra. Moods in mambo y 0. P. destacan en el primer apartado, y sobre Better get it in your soul, que vale en sí misma por todo un concierto, él trompetista Jack Walrath, el veterano trombonista Sam Burtis y los saxofonistas Craig Handy y George Adams se enzarzan en estimulantes solos. El saxo barítono Ronnie Cuber destaca en Freedom, y el trombonista Art Baron hace lo propio en Interlúde. En la sombra, los históricos Don Butterfield (tuba) y Eddie Bert (trombón), únicos representantes de la orquesta para la que se concibió la obra originalmente.