Profesores extranjeros

Creo que más de 20 años de docencia en la Universidad española son justificación suficiente para la presente carta, cuyo objetivo es exponer la discriminación que siguen padeciendo aquellos profesores extranjeros que, por razones personales, no desean renunciar a su nacionalidad para impartir su lengua y cultura.Creí que, por fin, las arbitrariedades del sistema español se habían acabado cuando, en diciembre de 1987, tras años de ina frustrante espera y una larga serie de promesas incumplidas, fui contratado como "profesor asociado extranjero" (nótese el último calificativo). Pero no. El último escrito del Ministerio de Educación y Ciencia expone que, por no ser funcionario (ya que no poseo la nacionalidad española), no tengo derecho a que se evalúe mi investigación, a pesar de que he realizado una tesis doctoral sobre dialectología aragonesa y tengo publicados siete libros (dos de ellos ya en segundas ediciones, y otro a punto de reimprimirse por tercera vez).

Si bien es lógico que todo país debe proteger sus Intereses laborales, parece contradictorio que una universidad, institución supuestamente abierta a todo tipo de cultura, desee poner resistencia a la plena participación de especialistas de otros países. Por otra parte, los especialistas extranjeros que trabajan en departamentos de lenguas aportan notables ventajas, siendo la más evidente la de tener como lengua materna el idioma que se imparte.

La situación laboral de los profesores universatarios extranjeros en el Reino Unido es absolutamente distinta. En dicho país, un concepto tan arbitrario como la nacionalidad del profesor no impide su promoción. Ellos, en efecto, gozan de un trato de igualdad laboral, y su posible promoción se basa exclusivamente en los conocimientos de su especialidad.

Los profesores extranjeros que llevamos años de dedicación a la Universidad española, a veces, nos encontramos en la embarazosa situación de haber dado clase a la mayoría de los profesores del propio departamento, algunos de los cuales ahora ocupan un puesto más favorable, lo que puede dar lugar incluso a abusos de autoridad.

Si el número de profesores extranjeros en la Universidad española es reducido en comparación con el de las universidades de otros países como el Reino Unido, ¿es comprensible la reticencia de ciertas autoridades a equiparar nuestra situación a la de los profesores nativos?-