Restitución del derecho
Cada misil sobre Israel recrea un escalofrío de horror en la memoria de Europa. Hoy, la ecuación de la guerra establece que por cada 200 kilos de explosivos que alcanzan territorio israelí llueven sobre Irak más de 500 toneladas. Pero en la televisión, antes, durante y después de cada plato, se nos sirve el drama de una familia judía asolada, como si a escasos centenares de metros otros ojos de hombres, mujeres y niños palestinos, hacinados en reducidos habitáculos, no escru taran el cielo con pavor o lloraran alguna víctima de la represión en su Intifada. El Gobierno no dispuso de máscaras antigás para ellos. El prolongado toque de queda les dificulta abastecerse de lo más esencial.En el civilizado Occidente, a la hora de defender la vida, contar muertos, atender sufrimientos y aplicar derechos todavía hay categorías. Sólo esta lógica racista permite entender que surjan voces pretendiendo acallar la cuestión palestina. La necesidad y el interés de Europa los hizo reos de existir, y ellos resisten, subsisten. ¿Cómo no aclamar el nombre de quien les promete su liberación? ¿Quién puede condenarlos por dar nombre a su esperanza? ¿Acaso quienes practican el genocidio en pro del castigo? Ser víctimas de la manipulación no es un delito, aunque sirva a la propaganda.
El fantasma del fanatismo y la barbarie que estigmatizó al pueblo judío debe terminar. Si Hitler desapareció, ¿por qué alimentar su espíritu? Quizá si hubiera sido juzgado y condenado. Tal vez el suicidio dejó libre la sospecha. Quizá son otras las víctimas, otra la mano ejecutora. Interrogantes sobre los que un pueblo ha de reflexionar.
La paz sólo puede construirse con la tolerancia y la razón sobre el pilar de la justicia. Urge, por tanto, trabajar por una conferencia de paz en la región.-
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