La esposa del 'premier' sueco se queda en paro en un ajuste económico
Ingrid Carlsson, esposa del primer ministro de Suecia, quedará cesante en su trabajo de bibliotecaria en una escuela de los suburbios de Estocolmo. La cesantía es consecuencia de una serie de medidas de ajuste económico dadas a conocer ayer por el primer ministro, Ingvar Carlsson, y sus asesores económicos, que, entre otras cosas, afectarán a corto plazo a unos 15.000 funcionarios del sector público. Ingrid Carlsson y unos 50 compañeros de trabajo que irán al paro sabían que la estabilidad de sus puestos estaba amenazada, por lo que la noticia no fue particularmente traumática.Ingrid Carisson admitió que, aunque quedar cesante es siempre una situación poco grata, personalmente no lo siente como una catástrofe, y no por el hecho de ser la mujer del primer ministro, sino porque confía plenamente en su capacidad para conseguir un nuevo puesto.La señora Carlsson incluso dice que esta circunstancia le da la posibilidad de realizar un viejo deseo. "Puedo ser conductora de autobuses o trabajar como cartera", dijo al diario socialdemócrata de la Central de Trabajadores, Afion Bladet. "Siempre he pensado que debe ser agradable salir en las mañanas bien temprano [probablemente se refería a las de primavera y verano] a repartir cartas y luego tener la mayor parte de la tarde libre".
Ingrid Carlsson, de 54 años, se colocó de bibliotecaria en 1960, tres años después de haberse casado con Ingvar, que entonces era, junto con Olof Palme y otros, uno de los integrantes del equipo de colaboradores del ex primer ministro Tage Erlander, y siempre trabajo, aunque generalmente media jornada. Sólo estuvo al margen del trabajo en los periodos de maternidad y cuando las dos hijas del matrimonio, eran pequeñas.En 1978 empezó a trabajar en ellugar que ahora deberá abandonar, donde dice haberse encontrado muy bien. Pero al mismo tiempo señala: "Siempre es interesante enfrentar nuevos caminos antes de que se acabe la vida productiva".Ingrid Carlsson es una típica señora de clase media sueca que ha procurado mantener un bajo perfil en su condición de primera dama, continuando sus propias actividades como habitualmente lo hacía antes del acceso al cargo de su marido. Aunque las revistas del corazón se ocupan a menudo de ella, ha sido muy parca en conceder entrevistas y sus apariciones oficiales se han reducido a lo indispensable.
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