Delitos
No se alegren demasiado del fin de la era de las ideologías: pudiera sucederle la del delito. Imaginen un escenario político, próximo o lejano en el espacio, en el que compitiesen, no sé si bajo otros nombres, las siguientes fuerzas: ACPNP (Acción Contrabandista de Productos No Pecaminosos), PRT (Partido de la Recalificación de Terrenos) y PCOA (Partido de la Coca y Otras Aspiraciones). Del lado pobretón estaría la UNP (Unión Navajera Popular), su escisión moderada la AT (Acción Tirón), y la UDVF (Unión Defensora de la Violencia Familiar), sospechosa de ser un montaje de la ACPNP. Los izquierdistas oscilarían entre hacer entrismo en la UNP y la AT o limitarse a la acción sindical dentro del SSTS (Sindicato Submarino del Trabajo Sumergido). La verdad es que, si nunca estuvo tan clara la necesidad de un Estado de derecho, tampoco lo ha estado tanto que es el delito más frecuente, o más intensamente anhelado, lo que define el status y la acción política. Muerto Marx, deberíamos quizá definir las clases sociales como un lugar determinado en los sumarios de la administración de justicia. Volviendo al imaginario escenario político que hemos fantaseado, el centro del sistema estaría en la UDMF (Unión de Defraudadores Modestos del Fisco).Lo que resulta complicado es negar la existencia de clases. Es dificilísimo que un chaval de Vallecas o un ama de casa de Nazaret lleguen a cometer los delitos de Noriega o Ceaucescu. Y altamente improbable que el hijo de un minero asturiano, perdón por la ordinariez, llegue a sentarse en el banquillo de un tribunal norteamericano acusado de ser un hacker intoxicador de ordenadores sagrados. En este panorama delictivo todo parece decidido previamente, excepto que, como en Granada, dos atracadores escapen con éxito gracias a utilizar bicicletas en zona urbana donde crece el atasco con sus flores. Verdes aún, los verdes somos el futuro.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
Últimas noticias
Estados Unidos ataca al Estado Islámico en Nigeria tras las amenazas de Trump por los asesinatos de cristianos
Se eleva a 10 el número de fallecidos al volcar un autobús en Veracruz
La Fiscalía de Ciudad de México confirma que el hombre asesinado en la Zona Rosa era El Panu, jefe de seguridad de Los Chapitos
Navitrans, una cena de navidad para personas LGBT+ en condición de calle y trabajadoras sexuales
Lo más visto
- Víctor Bermúdez, profesor de Filosofía: “Hemos perdido el control del proceso educativo, lo que damos en clase es en gran medida un simulacro”
- Zelenski confirma que cualquier pacto con Rusia deberá ser ratificado en referéndum
- La revalorización de las pensiones queda en el aire por la negativa de la derecha a apoyar otras medidas sociales
- “Un jardín con casa, no una casa con jardín”: así es la premiada vivienda de 146 metros cuadrados que se camufla con la vegetación
- TVE se reivindica (con pulla) en su gran noche televisiva




























































