El triunfo de la flor de loto
Para entender quién ha ganado realmente las elecciones indias y calibrar lo que significa, basta con echar una ojeada al Parlamento que acaba de ser disuelto. En su Cámara Baja, el partido Bharatiya Janata (BJP) tenía dos escaños. En la nueva Cárnara, si se mantienen las tendencias del escrutinio, tendrá no menos de 75. Los dirigentes del partido de la flor del loto, que ése es su símbolo electoral, son los únicos abiertamente eufóricos en el sombrío panorama indio.Bharatiya Janata es una formación militantemente hindú, de corte fundamentalista, que considera tibias y sin sentido las apelaciones del Partido del Congreso (I) a una India laica donde todas las religiones sean tratadas por igual. En los últimos meses, las divergencias entre Gandhi y el BJP no han dejado de crecer. Uno de los compromisos anunciados por los líderes hinduistas es no apoyar de ninguna manera el retorno del Congreso al poder, con o sin Gandhi.
Su idea es una India donde los hindúes pueden ejercer sin temor su condición de religión dominante, 80% de la población. Para ello, el BJP y sus organizaciones juveniles interpuestas mantienen una militancia religiosa que ha provocado graves conflictos con la comunidad musulmana, dominante entre las minoritarias con sus más de 90 millones de practicantes. El último de ellos, el 9 de noviembre, a propósito de un disputado lugar sagrado en la ciudad de Ayodhya, pudo acabar en un baño de sangre.
En su manifiesto electoral, el Bharatiya Janata, una organización paraguas de varios grupos radicalizados, aboga entre otras cosas por la reducción de tamaño de los Estados indios, la abolición del artículo de la Constitución que otorga un trato especial a la región de Cachemira, de mayoría musulmana, y la condonación a los campesinos de todos los créditos menores de 10.000 rupias, unas 700.000 pesetas.
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