Los gestos conciliatorios
B. E., Los gobernantes chinos se dieron cuenta ayer, tal vez demasiado tarde, del importante alcance del movimiento estudiantil y decidieron iniciar varios gestos conciliatorios.
Así, al alba, cuatro miembros del comité permanente del Partido Comunista Chino (PCCh): el secretario general, Zhao Ziyang, el primer ministro, Li Peng, y los responsables de Seguridad y de Propaganda, Qiao Shi y Hu Qili, respectivamente (los tres primeros vestidos de riguroso uniforme Mao) decidieron acudir a dos hospitales de Pekín para visitar a los numerosos huelguistas que no han podido resistir el ayuno de alimentos. La televisión china se encargó inmediatamente de pasar la noticia por la pequeña pantalla.
"Consideramos que ese gesto no es suficiente. Deben venir a la plaza a disculparse", afirmaba un estudiante en Tiananmen y en la madrugada de hoy Zhao y Li fueron a la gran plaza a pedir a los cientos de jovenes que resisten contra viento y marea en su huelga de hambre que la abandonen. Los dirigentes les aseguraron que se atenderán sus demandas.
"Lo que nos irrita es la corrupción que existe entre una parte de los miembros del partido y creemos que lo más importante es que el partido recupere la confianza de los ciudadanos". "¿Están de acuerdo?", preguntaba uno de los hospitalizados a Hu Qili y Qiao Shi. "Sí, sí, estamos de acuerdo", le contestaron casi al unísono los dos dirigentes despidiéndose del muchacho con un apretón de manos y una sonrisa beatífica.
Delante del ornamentado y rojizo portal de Zhongnanha¡, el cuartel general de la cúpula dirigente china, conocido como la nueva ciudad prohibida, se instalaron ayer una veintena de huelguistas, la mayor parte de ellos profesores, recostados junto a las paredes laterales. La vigilancia del recinto era discreta. Sólo treinta soldados, desprovistos de armas y sentados en posición de loto. "El pueblo unido condena al asesino", era la leyenda de una pancarta clavada en el lugar.
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