Señorías
Voy a rogarle a don Luis Solana que de ahora en adelante prohiba la retransmisión de jueces, sea en directo o diferido, por Televisión Española. Sus procederes constituyen un espectáculo mucho más violento que el boxeo y, desde luego, infinitamente más peligroso, porque excita a la venganza, y ya ven cómo acabamos de iracundas, que hasta Matildita ha dicho que vamos a echarnos a la calle o esto no hay quien lo pare.Así que la violada llevaba una vida licenciosa. Yo también. Es más, la vida no valdría la pena ser vivida si no se la pudiera calificar de licenciosa. Es un asunto que me llena de orgullo. Por ejemplo, aparece un amigo -entre mis amigos no figuran ni jueces ni fiscales: todos son abogados defensores-, me pregunta qué clase de vida llevo, y yo le respondo con toda naturalidad: licenciosa. Y si acaso no sabe lo que es, aunque mis amigos no serían mis amigos si no llevaran también una vida licenciosa, le remito al segundo tomo del María Moliner, que reza tal cual: "Se aplica a la mujer viciosa que sigue una conducta irregular en sus relaciones con el otro sexo. (Ver callonca, escaldada, libre, mujer alegre, mujer galante, mujer de vida alegre, prójima.)".
Calloncas y escaldadas, según y depende. Ahí influye mucho la pareja; hasta los jueces saben que no existen mujeres frígidas, sino jueces inexpertos. Hay jueces que te dejan completamente callonca, y otros que psé, mientras que otros magistrados, magistrales, te sueltan magistralmente escaldada. Depende.
Alegres, a menudo, y galantes, muchas veces. No ya en esa situación extravagante y francamente insólita de cuando un juez no puede y su señora le dice: "No importa, querido, no te preocupes" -que ahí la señora del juez demuestra ser una verdadera galanteadora-, tino cuando, piadosas, miramos a un juez peinado a la cortinilla con la discreción con que miraríamos a un juez calvo, o a un juez que se hurga la nariz como a un juez que se rascara los testículos.
¿Por qué -me preguntoantes de que dicten sentencia no los pasan por una sauna?
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