Acoso sexual

Ya sé que el tema del feminismo es intocable para ese periódico; que, en su nombre, se pueden hacer las afirmaciones más enloquecedoras, que ustedes las aceptan sin rechistar; pero el editorial del 30 de julio sobre los acosos sexuales en el trabajo colmaba el vaso de la insensatez, y ello, por varias razones: primero, porque -no sé si maliciosamente o llenos de rubor- silenciaban, entre los mencionados acosos, las miradas como uno de ellos, y a las que, expresamente, se había hecho referencia en la encuesta de TVE. Por cierto, al material de trabajo habrá que empezar a dotarlo de anteojos para que nuestra visión quede decentemente limitada. Segundo, porque cargan las tintas, con la característica falta de objetividad en estos temas, sobre una sola de las partes, olvidando las provocaciones que, vía botón sabiamente desabrochado, falda suficientemente corta o ceñida, etcétera, se hacen desde el otro lado. Y, por último, porque, salvo desde el puritanismo de otras épocas, no veo qué tenga de malo cualquier proposición sexual, a excepción de las que se hagan abusando de cierta preeminencia laboral, pensando que a la otra parte siempre le queda el sencillo y terminante no.De verdad, creo que se han salido de madre y, por el camino que llevan, pronto reclamarán un confesor laboral que imponga tres días de haber y 10 copias del Estatuto de los Trabajadores como penitencia por los malos y soeces pensamientos hacia la compañera de currele.-