Del dólar callejero al clandestino
La calle Ocoña, popularmente conocida en Lima como el Wall Street criollo, abandonó hace una semana su ambiente de mercado público del dólar para convertirse en una vía donde policías uniformados y de civil deambulan en busca de infractores a la nueva ley cambiaria peruana, que penaliza duramente las transacciones que se hagan fuera de los bancos.Este Wall Street informal había vivido al amparo del desempleo, el lavado de dólares provenientes del narcotráfico, la venta libre de la divisa norteamericana y una práctica en la que el billete verde domina el ahorro ciudadano y varias transacciones comerciales de le vida cotidiana, como por ejemplo los alquileres de oficinas y viviendas.
Esta mentalidad dolarizada y la necesidad de limpiar los cocadólares, además de la consiguiente movilidad cambiaria de la moneda, encontró su caldo de cultivo para la especulación. Enmedio de cambiantes e inefectivas medidas del banco emisor peruano, el mercado de Ocoña se apoderó de una franja importante del mercado cambiario nacional, determinando muchas veces el comportamiento del dólar.
Aunque el público tuviera las ventanillas de los bancos para comprar dólares, con cuatro o más puntos de diferencia en relación a Ocoña, los trámites y las cambiantes medidas, además del frenesí especulador que volcó todas las expectativas en el dólar, mostraron en las últimas semanas al citado mercado informal como el barómetro de tensiones y expectativas del dinero privado en Perú.
La nueva ley nacionalizadora desactivó Ocoña, que pasó a ser foco de un mercado negro y, por tanto, ilegal y con duras sanciones para los infractores.
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