El piano de Falla, por Guillermo González

Con el programa de Guillermo González dedicado a Manuel de Falla, terminó el miércoles un breve ciclo sobre el piano nacionalista español en sus tres figuras fundamentales, Granados, Albéniz y Falla, organizado por la Fundación March.Una vez más, la actuación del pianista canario alcanzó excelentes niveles y lució lo diferenciado y atractivo de su pensamiento musical.

Ejemplo máximo fue la Fantasía bética, creación absolutamente genial en su concepción, su realización y su fuerte unidad, de la que dudan no pocos intérpretes y bastantes analistas superficiales.

La Bética, espléndida como piano, riquísima como variedad estrechamente ligada en todas sus ideas y partes, es el gran homenaje mundial al cante jondo.

Las cuatro piezas españolas, germinadas en 1902 y terminadas a mediados de 1908, evidencian, si se interpretan con la finura de pensamiento propia de González, originalidad, intensidad y claridad de escritura a partir de elementos populares que contradicen los repetidos juicios de Salazar, ya que en las Piezas es reconocible mucho más dato popular concreto que en toda la Iberia de Albéniz.

Para comenzar escuchamos el Alegro de concierto, de, 1903, página bastante extensa, filorromántica, impersonal y de circunstancias que Falla tocó en 1905 una vez y la olvidó después hasta en la lista de sus composiciones. Nunca pensó recuperarla ni menos editarla, cosas ambas que se han hecho ahora.