Los bomberos
Los bomberos están satisfechos porque al alcalde ha aceptado un escrito suyo, con casi 750 firmas, donde piden que se les devuelva al doctor Zurbano, traumatólogo (especialidad fundamental para el bombero), y que ahora ha sido destinado, a otro puesto. Los bomberos habían encontrado en el doctor Zurbano ese hombre de confianza que necesita el hombre siempre en peligro -el bombero-, y he aquí que el doctor Zurbano, médico de la Beneficencia Municipal, está otra vez con ellos. Barranco versus Tierno, aunque no me gusta tirar del latinajo. Zurbano había sido destituido de su cargo, por el concejal Mella, al denunciar la falta de efectivos. Zurbano fue a parar a los bomberos, y parece que lo ha hecho bien. Encima de curar los traumas, asistía a las asambleas de bomberos. No le ha faltado más que ponerse el casco. Y claro, le destituyeron nuevamente. Pero los bomberos, chupando el bolígrafo y rascándose la cabeza por debajo del casco, han hecho un escrito donde cuentan que el doctor les sigue atendiendo en la Casa de Socorro. Todos sabemos, y si no, que me rectifique el maestro Laín, que una buena parte de la medicina es la fe en el médico. Los bomberos, hombres siempre en peligro, como los policías o los guardias, creen en Zurbano. Y han escrito una dificultosa y honestísima carta reclamándole. El alcalde se lo devuelve.Eso se llama democracia. La democracia no es un recuento cíbernético de votos, cada vez más eléctrico y frío, sino la carta colectiva y dificultosa de unos bomberos. Y que esa carta funcione. El bombero, que hace un trabajo de tragedia con un uniforme de comedia, tiene derecho, cuando menos, a elegir su curador, ya que no tiene derecho a elegir su fuego. El alcalde Barranco les ha concedido ahora ese derecho. El fuego es inesperado, pero el bombero espera -de esperanza- en quien le cura del fuego. El doctor Zurbano, bombero de ese ángel en llamas que es el bombero.
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