El juego de Mitterrand

El poder quiere hacer la prueba por partida doble. Por su actitud para administrar el país, con referencia al presupuesto; por su capacidad de preservar los intereses superiores de Francia, con referencia a la fuerza atómica de disuasión.El proyecto de presupuesto que va a discutir el próximo Consejo de Ministros se sitúa en los antípodas de lo que fue la concepción y la práctica económica, con cerca de 50.000 millones en juego. También aquí figura un aligeramiento de impuestos que completará el reembolso anticuado del empréstito obligatorio. Una forma de decir a la oposición: "Intentad hacerlo vosotros mejor". Una forma también de demostrar que el poder de izquierda ha arrojado definitivamente la toalla y que ha entrado en el camino de la sensatez, como se entra en religión de una vez para siempre. ¡Liquidada la acusación de incompetencia, apartado el reproche de despilfarro desenfrenado!

Pero en lo inmediato, es dedir, para el período electoral desde ahora en adelante, abierta la construcción presupuestaria, en su parte visible, es un desafío a la oposición. Y se la desafía para elaborar otra política. ( ... ) Se busca privarla de un argumento de peso que podría justificar la alternancia.

La convicción atómica, con las prolongaciones que se saben para sacralizar la presencia francesa en el Pacífico sur, viene ella también a punto.

François Mitterrand no es un fanático de la fuerza de disuasión; en otra época exigió que fuese destruida. Una vez en el Elíseo no ha tratado de acabar con ella ni tampoco la ha dejado marchitarse. Será mejor tratada en el presupuesto de lo que se pensaba. Que la defienda o no, no cambia nada el hecho que el jefe del Estado puede obtener en esta materia un consenso nacional durable. Jamás, en efecto, los franceses han apoyado con tanta amplitud al concepto de disuasión atómica e independencia nacional. ( ... )

17 de septiembre