Guesmula Ebbi
Secretaria general de la Unión Nacional de la Mujer Saharaui, ha finalizado en Canarias su gira europea en busca de apoyo para su pueblo
Diez años de revolución han perfilado un feminismo de nuevo cuño en los territorios controlados por el pueblo saharaui. Guesmula Ebbi, de 24 años de edad, casada, afirma con orgullo que "en los campamentos saharauis manda la mujer". Es la secretaria general de la Unión Nacional de la Mujer Saharaui (UNMS). Hasta su acceso al cargo, en marzo pasado, contribuía, como enfermera, a alimentar la esperanza de un pueblo que sueña con reconquistar la patria ocupada. En verano, en Nairobi, enarbolará ante las mujeres de los cinco continentes la bandera del feminismo del desierto.
No han sido suficientes las barbaries cometidas con su pueblo para que esta joven saharaui insinúe, cuando lo requiere la circunstancia, una esperanzadora sonrisa que parece envolver la tradicional melfa (prenda de vestir femenina). Conoce de angustias desde temprana edad. En 1975, cuando la firma del acuerdo tripartito entre España, Marruecos y Mauritania, ya militaba en el Frente Polisario, en la clandestinidad. "No pensé nunca que España nos entregara como lo hizo", recuerda.Define a la denominada marcha verde como marcha negra. La noche de la invasión marroquí no se ha borrado de su mente. "El sonido de las tropas nos despertó a todos. No dábamos crédito a lo que veían nuestros ojos. Los marroquíes se creían que iba a ser un paseo". Salvó las alambradas con 14 años y se lanzó a la desbandada hacia el desierto. Muchos perecieron en el intento.
Su tez aceitunada no oculta las secuelas del sufrimiento. "Presencié en 1976 un bombardeo en Tifariti, un campamento de niños, mujeres y ancianos. Huíamos del enemigo y éste nos bombardeó, desde Mirages, con fósforo y napalm. Fue horrible. Es infinito el odio que se llega a sentir cuando ves caer las bombas sobre personas indenfensas".
Sobre las espaldas de la mujer saharaui ha recaído la responsabilidad de organizar el funcionamiento de las tres wilayas (provincias) que reciben los nombres de las ciudades controladas por el Gobierno alauí -El Aaiún, Smara y Dajla- En ellas habitan 165.000 refugiados.
En un desierto estéril, azotado por los implacables sirocos (vientos cálidos y secos con polvo en suspensión) o las inclemencias atmosféricas (50º a la sombra en verano y temperaturas bajo cero en invierno), las mujeres garantizan a los ancianos y a los niños educación, sanidad y cultura.
"No estoy segura de qué habrá sido más duro, si el combate contra el Ejército marroquí o la lucha para vencer al desierto". Una generación de saharauis que ha nacido al cobijo de las jaimas (tiendas de lona) desconoce la fisonomía de su patria. El pueblo ha quedado dividido por el cordón marroquí.
La secretaria general de la UNMS, organización integrada en la Federación Internacional de Mujeres Democráticas, finalizó recientemente en Canarias una gira por nueve países europeos.
La República Arabe Saharaui Democrática (RASD) necesita la solidaridad internacional. "El machismo no tiene sentido hoy para nuestro pueblo. La mujer lucha con el hombre por liberar el Sáhara. Eso es lo que interesa y nada más".
Habla así quien fue educada en El Aaiún, durante su infancia, en una escuela de la Sección Femenina. Aquella hija africana del franquismo encabeza hoy un movimiento femenino que se identifica con el lema'Toda la patria o el martirio'.
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