'Zap'
No se podrá decir que no he tardado, pero por fin creo estar en condiciones de explicar por qué no arraiga en Estados Unidos el fútbol europeo. La clave radica en la televisión. Teniendo en cuenta que del tiempo que los norteamericanos permanecen despiertos una parte la invierten en el trabajo, otra en los centros comerciales extraurbanos y otra ante el televisor, nadie podrá dudar que el llamado ocio debe pasar necesariamente por las reglas del modelo televisivo. Ni siquiera la esposa o el esposo y los hijos son capaces de matizar la situación. Cada americano dedica, por término medio, 20 minutos diarios a hablar con el cónyuge. Lo demás, si tiene algo más que decir, lo comparte con el mando a distancia.Tener un mando a distancia es en España un confort, pero en Estados Unidos, con decenas de canales, el mando es un poder y una dinámica con estilo. El mismo idioma ha tomado de los comics la onomatopeya zap y ha formado el gerundio zapping. Consumir televisión no es afianzarse a una emisora, a un telefilme o a un partido completo de béisbol. El zapping toma un fragmento de aquí, otro de allá y compone con una compulsión impaciente el universo de la emisión televisiva. Esto es tan cierto que se producen ya videocomedias con una duración de tres minutos, y las compañías de publicidad, hasta hace poco interesadas en la audiencia de un programa, tratan ahora de conocer exactamente cuál es la recepción de los instantes de su mensaje.
El béisbol, el fútbol americano, el hockey o el baloncesto, deportes más populares en Estados Unidos, responden a esa exigencia del zappipg. En un minuto pueden proporcionar una emoción segura. ¿El fútbol europeo? Eso es una filosofía de lentísimo argumento, una estrategia de inacabable morosidad para la que se requiere o una concentración desproporcionada o una feligresía irremediable. Ahora me doy perfecta cuenta de la verdad. Quienes hemos sido aficionados al fútbol, antes o en estos años de penitencia, hemos contribuido al pensamiento de Occidente con una hondura que nunca serán capaces de reconocer nuestras esposas. Y eso contando con que se les ha tratado de explicar, en ocasiones, más de 20 minutos al día.
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