La vulnerable piedra de Boñar
La piedra empleada básicamente en la construcción de la catedral de León es piedra de Boñar: un material de buenas calidades estructóricas, pero de poca durabilidad. Es piedra caliza, irregular, con núcleos de cuarzo, cálcica y oclusiones de óxido de hierro.Se trata de un material extremadamente vulnerable a los enemigos tradicionales de este tipo de monumentos, como son, por ejemplo, la contaminación, las vibraciones producidas por el tráfico de vehículos pesados, y las variaciones de la temperatura ambiente, que en León son particularmente acusadas entre invierno y verano. Aunque son problemas que afectan a la mayor parte de los monumentos europeos, el mal de la piedra ataca la catedral de León de una forma más acusada.
En la catedral son visibles claves descentradas, columnas combadas y grietas; a principios de este siglo ya era posible ver de la torre sur, cuyos trabajos de restauración han comenzado. Lo más urgente es restaurar los arbotantes de la zona norte.
De hecho, el edificio ha padecido un calvario de ruinas y restauraciones a lo largo de su historia. Las primeras se iniciaron en época temprana, el siglo XV, lo cual abona los argumentos de quienes señalan movimientos de subsuelo en el solar. Las segundas son, según dice Gómez Moreno, un "drama ejemplar".
A mediados del siglo pasado, un arquitecto llamado Laviña creyó que el mal se encontraba localizado en unos pináculos pesados que apeó del edificio: sobrevino una catástrofe. El delicado equilibrio de la obra, prodigio de empujes contrapuestos, se rompió y materialmente se vino abajo. Una muestra de que en estos asuntos no se puede improvisar, y menos en éste, problema muy complejo; de ahí que el arquitecto Sáenz de Oiza pida un consenso internacional, para evitar lo que sucedió entonces: Hubo que restaurar durante decenios. El resultado es el edificio actual.
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