Piedad con los mediocres
Ya basta. Ya sabemos que somos seres sin criterio, sin sensibilidades, exentos de toda creatividad, que no construimos la historia, que un día reventamos y accedemos así al único ápice de trascendencia al que podemos aspirar.Los obreros administrativos, con la parafernalia de categorías y escalafones, oficios, expedientes, trienios y demás perversiones burocráticas somos, al parecer, la escoria de un sistema económico que se gasta, a veces, tanto dinero en gestión como en producción.
Dice Rosa Montero, en su columna de EL PAIS del sábado 29 de diciembre, que lo peor es ese tiempo muerto (que ya pintó magistralmente Vicente Verdú en la misma columna) del transporte desde casa (donde ronca una mujer con rulos y redecilla) al banco. Pues no, lo peor es ver cómo Rosa utiliza esta infame profesión nuestra para poner ejemplos de lo que no debe hacerse con una vida. Pero hombre, yo les rogaría que se acordasen de otros trabajos aplastantes y rutinarios, como son los de minero, dependiente, taxista, ferroviario, viajante, incluso periodista, escritor, piloto, médico o director de rodaje de spots publicitarios (¿Recuerdas Rosa?). Rutina aplastante es tomar todos los días rioja del 70, por muy exquisito que sea.
Piedad. Sed piadosos con nosotros los mediocres, más aún con los que soñamos -todavía- con el salto a la clase-de-las-personasde-vida-intensa. Sabemos de nuestra vergonzante dependencia de ese ¿exigüo? sobre de fin de mes, precio de nuestras miserias, descendientes de Fausto. Yo sugiero que empecéis a bombardear cerebros con estos argumentos al respecto de la profesión de astronauta, que ya veréis al cabo de un tiempo cómo los chavales de 16 años sueñan con trabajar en un ministerio.
Pero porfa, no nos recordéis nuestra intrascendencia un día sí y otro también, que luego tenemos que pedirle un anticipo al cajero, por triplicado, para poder pagar la cuenta del psiquiatra.-
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