La lucidez de un humorista

Días atrás, en la sección habitual, el humorista Máximo publicó un dibujo que; por lo menos para mis compatriotas, los chilenos exiliados en España, debe haber resultado particularmente intrigante. En él se veía a un general-gorila que, como todos los de su hermandad familiar (uso de bigotes, lentes oscuros, gorra desmesurada, profusión de condecoraciones), aparecía sentado ante un escritorio, y a sus espaldas, en el hueco en que los chistes de ejecutivos colocan los gráficos de ganancias y pérdidas, se veía un extraño mapa. Dos veces extraño para un chileno, pues en él, a primera vista irreconocible, aparecía -nuestra patria; pero no como "una espada enhiesta", como muchas veces se la ha descrito, ergida sobre la faz del Cono Sur, sino distinta, acostada, avasallada, derrumbada en posición horizontal. Yo no sé la sorpresa que tendría usted si algún ,día, inopinadamente, viera el mapa de la Península Ibérica patas arriba: al principio no lo reconocería, pues rompe un molde mental; luego no podría olvidarlo, precisamente porque el molde se ha roto. En su momento creí que el humorista se había excedido: había dibujado lo impensable..., hasta que por obligación de renovar mi pasaporte tuve que visitar el consulado de mi país. Creí sufrir alucinaciones: volví a ver ese mapa. Chile, de bruces, acostado. Y no era un chiste. Es el nuevo mapa turístico, pretendidamente gracioso, que el equipo propagandístico de Pinochet ha repartido por el mundo. Tiene más de un metro de ancho, es como un cartel lleno de figuritas pequeñas y sonrientes, como si nadie en el país se diera cuenta de nuestra postración. Quizá sería interesante colocar ambos dibujos lado a lado: el risueño absurdo de un humorista coincide con la cruel imaginación de un dictador. Felicitaciones a Máximo por su dibujo profético.-