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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un aspecto del 'golpe'

Esta obra está hecha para divertir, dice su autor. El asunto es éste: un amor de dos homosexuales maduros, rodeado el uno de travestidos y prostitutas, y el otro, de una familia de derechas: la democracia lo permite todo, y van a consumar su amor. Pero eso sucede el 23 de febrero de 1981, y hay un golpe de Estado: los personajes comprenden que una vez que los militares tomen el poder ya no podrán seguir llevando esa vida. Los travestidos se disfrazan de hombres y los enamorados huyen a Valencia. En escena queda sólo un aparato de radio, iluminado, que transmite la proclama de Milans del Bosch, y así acaba el primer acto. En el segundo ya están en Valencia, donde un joven concejal de la izquierda quema sus papeles, se afeita la barba y se dispone a huir a Córcega, y una señora de derechas se pone mantilla y agita una bandera española para festejar el regreso de los buenos tiempos, mientras explica que se acabaron los tirones, la pornografía, el divorcio, la homosexualidad y todo lo demás. Va a volver el orden. Pero el Rey habla por televisión, el golpe se acaba y se restaura la democracia.

Capullito de alhelí, de Juan José Alonso Millán

Intérpretes: Paco Andrés Valdivia, José Alvarez, Gracita Morales, Francisco Piquer, Juanjo Menéndez, Rafael Guerrero, Queta Claver. Decorador: Alfonso Barajas. Director: Juanjo Menéndez. Estreno: Teatro Príncipe, 9-10-1984.

Por tanto, todos vuelven a sus usos y costumbres anteriores, la señora de derechas se democratiza y los homosexuales maduros regresan, felices, a Madrid, para festejarlo. La democracia vuelve a permitirlo todo. Incluso, claro, que se escriba esta comedia, de la que su autor dice que no tiene ninguna intención: sólo la de divertir.

Resortes antiguos

Lo consiguió, a juzgar por las carcajadas continuas del público de invitados al estreno. Los resortes son los del mal teatro antiguo: el chiste, la alusión a la actualidad, el doble entendido, el equívoco y el infalible resorte de los mariquitas. Y la interpretación desaforada. La ha dirigido así -como requiere el texto- Juanjo Menéndez, y así la interpreta, aunque siempre quedan briznas de su condición personal de gran actor, en pareja con la blandura que dibuja su consorte escénico, Francisco Piquer. Si se considera la tradición como una justificación, Capullito de alhelí está en la línea del desaparecido teatro cómico, con una ascendencia muy clara en Muñoz Seca y Pérez Fernández, sobre todo en el teatro con el que aquéllos se enfrentaban a la democracia republicana (como Anacleto se divorcia), con más libertad en el lenguaje y en las situaciones, con menos seguridad en la construcción y en los chistes. Repito que hubo en el estreno quienes, en efecto, parecían divertirse muy ostensiblemente con todo ello. No acaba uno nunca de asombrarse.

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