Insolidaridad ibérica
Habría que recordar los muchos gestos de generosidad yayuda que los mineros británicos han tenido para con sus camaradas españoles en los duros años de la represión. Como asturiano he sentido el orgullo de serlo más que en cualquier otro sitio entre viejos luchadores galeses e ingleses, para quienes nombres como Sama, Mieres, Oviedo, Olloniego, etcétera, permanecen en su recuerdo como lugares de gesta de su propia clase.He seguido a diario por la radio y Prensa británicas (a propósito, ¡qué silencio tan sospechoso el de nuestros medíos!) ese morir de pie de miles de hombres, mujeres y niños que con el increíble valor que proporciona la dignidad de los que solamente defienden su subsistencia y la de los suyos resisten ante poderosos intereses bastardos que pretenden humillarles.
Esa huelga se prolonga ya por más de siete meses, quizá ya la más larga en la historia del movimiento obrero de la minería, orgullo que debiera ser para todo trabajador. Sin embargo, prosigue el doloroso olvido, la vergonzosa pasividad de nuestros otrora generosos y formidables míneros. ¿De quién es la culpa? Una vez conocida la magnífica reacción del proletariado y pueblo francés, que a lo largo del verano han prestado sus hogares para acogida de hijos de huelguistas, y enviado dinero y víveres a los lugares amenazados ya por el hambre, creo que esa culpa es de todos nosotros y su reparación debiera ser inmediata.
Con voz humilde, en este mes de octubre tan significativo para la minería, urjo a nuestros sindicatos de clase establezcan fondos de ayuda, colectas en fábricas y tajos, al mismo tiempo que se solicite desde una plataforma nacional la colaboración del pueblo español, de todo trabajador español, por simbólica que su aportacíón pueda ser, para así dejar constancia de una solidaridad que los políticos nos pueden hacer llegar a olvidar. Si se iniciara una lista de recep ción de donativos en este periódico desearía estar entre los primeros.-
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